martes, 25 de marzo de 2014

2014 - parte I

"Soy muy feliz".

Y así fue como mi vida se llenó de trabajo, de presión, de (merecidísimo) reconocimiento. De sábados de truco de a 4 y de jueves de Caballito. De Avellaneda, La Plata y Agronomía. De vaivenes, de cervezas, de gritos y desorden; de fuego, lluvia, sueño, hambre, fatiga. De objetivos cumplidos y etapas cerradas. De paz los domingos, de caminatas de la mano. Se llenó de recuerdos en memorias ajenas. De momentos que evidentemente alguien congeló en pos de que valieran la pena en su momento, y ahora tienen un valor especial. Estuvo lleno de lágrimas, porque sí. Porque sigo siendo mala para tomar decisiones, pero ya aprendí a no tomarlas sola y tengo quiénes me orienten, me aconsejen, busquen lo mejor para mí. Y los escucho. Mis amigos, mi familia, colegas, jefes, la gente que me conoce realmente. Valoran lo que soy y me empujan a ser lo que puedo llegar a ser.
Todos los momentos buenos de este año, por ahora, fueron porque hubo gente que desde un principio confió en mí para algo. Vio en mí cosas que yo no pude ver, y las hicieron notar a quienes pudieron.

Gracias a eso, hoy soy feliz. Por eso mi respuesta al "cómo estás?" es la misma desde el 1 de enero.

Muy feliz.