lunes, 10 de junio de 2013

Ponele

Ponele que no hubiese seguido a mi instinto y, el viernes ese, no hubiese llevado en la cartera ropa interior decente. Ni loca le entraba a mi compañero de trabajo R, que es un 10, con esa tanga toda hecha mierda. Punto para mi instinto.

Ponele que no me hubiese pedido ese feriado para ir a San Miguel. No hubiese estado todo el trayecto del barrio a San Miguel hablando con R de cosas copadas, y probablemente no se hubiese desencadenado la situación anterior 5 días después. Punto para mi instinto.

Ponele que no me hubiese pedido ese feriado para ir a San Miguel. No hubiese conocido al Pibe Barrio, quien terminó siendo la fija indiscutida que me hizo descubrir que el vino en boca ajena es más rico. Punto para mi instinto.

Ponele que no hubiese conocido al Pibe Barrio. No hubiese estado por San Martin y Juan B Justo a horas extrañas y no hubiese creido verte a vos, Morocho. Menos que menos te hubiese mandado mensajes y hubiese descubierto, por sorpresa, que las asignaturas pendientes pueden dejar de ser pendientes. Punto para mi instinto.

Ponele que el jueves pasado hubiese ido directamente desde el trabajo a ver stand up. No hubiese llegado casi sobre la hora, ni me hubiese sentado tan cerca del escenario con los chicos. Sheldon no me hubiese visto, ni me hubiese dicho, con una caradurez sorprendente, "te agrego yo a facebook o me agregàs vos?". Ni hubiesemos dado una vuelta. Punto para mi instinto.

Ponele que no hubiese sacado pasajes a Rosario. Pero mi instinto no se equivoca.

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