viernes, 27 de agosto de 2010

Amores imposibles.

"Que no, que ya me pudrí, que son todos iguales, unas lacras, bla bla bla". Típico discurso de mina con varios fracasos en los bolsillos. Varios? Creo que hace rato perdí la cuenta. Hace rato ya que no siento esa certeza de necesitar a un hombre, de que mi felicidad depende de ese mensaje o no. Mis amigos varones ocupan todos ese lugar de "gordo te quiero".

No hay quien me arme quilombo si salgo poco vestida, quien se ofrezca a acompañarme a algun lado, quien venga a tomar cerveza conmigo al balcón mientras fumo. Ya no le cocino a nadie una vez por semana, ni tengo suegra o cuñada celosa, ni perro que me muerda las botas. Mi nombre no figura en corazoncitos al lado de otro en mis cuadernos de facultad, mientras escudos de River invaden márgenes.
Falta ese que me robe el aliento cuando lo vea, que logre hacerme sentir la más querida. Ese que planee viajes que nunca vamos a llevar a cabo, o sí, pero separados. Ese que me quiera, me cele, me cuide, me dé besos. Ese que con una mirada me diga todo, ese que me cante canciones al oído. Ese que me ame y me acepte con mis defectos y virtudes. Me falta un compañero, un compinche, un par. Me falta a quien amar.

Miro para afuera y veo pasar el trén. Ismael me habla de amores imposibles y me río. Me río para no llorar: no hay certeza más angustiante de saber que todo lo que escribí arriba se condice con una persona que concretamente sé que está fuera de mis límites. Es el sueño más perfecto, pero es un sueño. Es el dueño de poemas y pensamientos que nunca va a conocer.

Eso, esto, es lo único que me retumba en la cabeza. Esa voz que me asalta cuando duermo y me repite que es imposible, impensable, inconcebible, que le pone final a algo que nunca va a poder ser
. Y me angustia. Por no decir que me parte en dos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario