martes, 27 de julio de 2010

Mi cárcel.

Y en estos instantes que tengo un bombo repicándome en la cabeza y 4 horas de sueño por haberme quedado estudiando un poco de Lógica, que parezco un zombie despeinado y con los ojos rojos, que me acabo de tomar tres tazas de café que cuando me peguen voy a ser Superman, que me avivo que me voy a tener que subir al 96 y putearme con la gente hasta llegar a Flores, en este instante, justito, que decido no almorzar por mi propio bien mental, me odio salvaje y ferozmente por haberme anotado en ese cuatrimestre para cursar a la tarde. La tarde es un mundo aparte.

Le ruego a Dios un curso decente. Nada de emos ni de fachos. Normalidad.
Igual si me mandan una chetita para bardearla un rato con mi amigo facultativo Leandrito, no me voy a enojar.

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